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La cortesía no reemplaza la honestidad (y la falsa amistad no borra los hechos)

Algunos clientes y amigos llegan con una sonrisa, un saludo amable y un aire de "confianza". Se muestran cercanos, simpáticos, incluso te tratan como si fueran tus amigos. Pero detrás de esa fachada hay otra realidad: usan la cercanía como estrategia para exigir más de lo que pagan, más de lo que corresponde, y luego se hacen los ofendidos cuando se les pone un límite.


Cuando finalmente no se les cede a un nuevo capricho, su tono cambia. Ya no son “cercanos”, ya no saludan con buena onda. En su lugar, aparece la carta formal, plagada de frases cínicas como esta:

"Lamento profundamente que, frente a la primera solicitud directa que le realizó, usted decida finalizar unilateralmente la relación laboral sin mostrar empatía..."

Esto no es respeto. Es manipulación.Una frase como esa no busca resolver nada, solo intenta reescribir la historia para aparecer como víctima, cuando en realidad han sido quienes:


  • Recibieron más de lo que pagaron.

  • No cumplieron con su parte.

  • Dieron vueltas, evadieron responsabilidades y luego reclamaron como si el mundo les debiera algo.


Y mientras tanto, tratan de escudarse en la cortesía, como si un tono educado pudiera cubrir la falta de ética, la mala memoria selectiva y el hábito de tergiversar los hechos a su favor.


No, no fue una “primera solicitud”.Fue una seguidilla de omisiones, silencios, exigencias desproporcionadas y cero autocrítica.Y cuando se decide cortar la relación —con respeto, pero con firmeza—, entonces el problema “eres tú”.


Este tipo de cliente no es un cliente. Es un desgaste innecesario.


Y que no se equivoquen: uno no les responde por falta de empatía, sino por respeto a uno mismo. Porque mientras ellos siguen jugando al cliente ofendido, nosotros seguimos trabajando con gente seria, honesta y transparente.


PD: Sin ofender a nadie, por sus palabras.


 
 
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